El Ginkgo (Ginkgo biloba) tiene una de las propiedades bioactivas más utilizadas en la historia de la humanidad. Ya se realizaban ungüentos y brebajes de sus hojas hace más de 2000 años. Hoy os hablaremos en este artículo del Ginkgo biloba y sus beneficios en el ámbito de la dermatología.
Pero antes, ¿Qué es el Ginkgo? ¿Una planta?
El Ginkgo es un árbol fósil, es decir, un árbol que sigue vivo y que ya no tiene parientes cercanos. Sería algo parecido a los cocodrilos en los réptiles. Esto significa que el Ginkgo ha conseguido llegar hasta nuestra era gracias a su gran capacidad de adaptación a los grandes cambios climáticos que ha sufrido nuestro planeta.
¿Y por qué era tan conocido?
Porque es una fuente de longevidad exclusiva por su contenido en flavonoides (como por ejemplo la quercetina, kaempferol y la isorhamnetina), en terpenos (ginkgólidos, entre otros), así como en diferentes minerales y oligoelementos. Todos estos compuestos ejercen un efecto sinérgico en la protección de radicales libres y en la reducción de marcadores de envejecimiento en nuestra piel.
¿Qué efecto tiene en nuestra piel?
El Ginkgo ayuda a las células luchar contra el daño oxidativo basal y contra los tóxicos derivados del medio ambiente que inducen daño al ADN.
¿Todos los productos que tienen Ginkgo tienen los mismos beneficios?
La respuesta es no, porque no todos tienen la misma calidad. No sólo depende de la época de recolección, el proceso de extracción de los principios activos y su almacenamiento para obtener un producto con la suficiente cantidad de compuestos activos para lograr la actividad biológica esperada, sino también de la cantidad apropiada para inducir el efecto deseado una vez se aplique el producto sobre la piel.
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