La piel se compone de tres capas principales: la epidermis (capa externa), la dermis (tejido conectivo) y la hipodermis (capa interna). Cómo no puede ser diferente, cada capa tiene una función biológica diferente.
¿Qué es la epidermis?
La epidermis es la capa externa y delgada de piel que cubre la mayor parte de la superficie corporal. Como que no contiene vasos sanguíneos, la epidermis recibe los nutrientes por un mecanismo fisiológico llamado difusión desde la capa más interna de la piel (la dermis, la explicaremos al final del artículo).
Se compone principalmente de unas células llamadas queratinocitos. Los queratinocitos son las células que producen y almacenan queratina, una proteína que hace que la piel sea dura, escamosa y resistente al agua. Casi la totalidad de los componentes restantes son los melanocitos, las células que producen melanina, un pigmento que protege la piel de la radiación UV. La epidermis también contiene células del sistema inmune y sensorial (células de Langerhans y Merkel).
¿Y luego viene la dermis?
Sí, después de la epidermis, viene la dermis. La dermis es la capa intermedia de piel. Es una capa gruesa que detecta la presión y el dolor. Contiene diferentes componentes -que no entraremos en detalle- como vasos sanguíneos y linfáticos, folículos pilosos y distintos tipos de glándulas: las glándulas sudoríparas producen sudor, ayudando a regular la temperatura corporal, y las glándulas sebáceas producen sebo, una sustancia aceitosa que ayuda a mantener la humedad de la piel. La dermis, de hecho, está formada por dos capas: la capa papilar, que contiene extensiones con forma de dedo que colindan con la epidermis y suministran los nutrientes y oxígeno requeridos por ambas capas; y la capa reticular, que es más gruesa y contiene colágeno y elastina para proporcionar resistencia y elasticidad.
¿Y al final encontramos la hipodermis?
La última capa que encontramos es la hipodermis o capa subcutánea. Ésta es la más gruesa e interna de la piel. Se compone de células especializadas llamadas adipocitos que acumulan y almacenan grasa, actuando como una reserva energética. También contiene colágeno y fibras de elastina que dan elasticidad y permiten la unión con la dermis. La hipodermis absorbe los impactos para proteger a los órganos internos y huesos, aísla el cuerpo permitiendo la regulación de la temperatura interna, y genera sudor para enfriar al cuerpo.
A medida que envejecemos, el tejido subcutáneo se vuelve más fino, cosa que provoca que sea más difícil que la gente mayor pueda regular su temperatura corporal, y disminuye la protección interna contra impactos, aumentando la probabilidad de lesión en caso de caída o golpe a medida que vamos envejeciendo.
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